Herman Hesse en Siddharta: “si tienes paciencia, lo tienes todo”.
La paciencia es un rasgo de personas maduras en la medida en que es fácilmente observable que los niños pequeños no son pacientes en absoluto.
Tener paciencia es parecido, si no lo mismo, a tener fe. Qué podría con un hombre cargado de fe y de paciencia?
Cuando hablo de paciencia no me refiero a esperar quince minutos a una cita o treinta en un atasco; no sólo a eso. No limito el concepto al ámbito temporal de la duración de nuestra vida; eso sería impaciente. Hablo de una paciencia oceánica, cósmica, a la medida del Universo. Hay cosas que llevan toda una vida e incluso más, para los que crean en otras vidas. La Tierra tiene más de cuatro mil millones de años. Qué significa esperar quince minutos, o un mes o la vida entera?
La paradoja, tal vez, es que los que de verdad tienen paciencia no esperan nada. Los extremos se unen. Estar dispuesto a esperar toda la vida, toda la eternidad, es lo mismo que no esperar nada, es decir, aceptar lo que es.
Es precisamente a los impacientes, a los que lo queremos todo para ya, a los que la espera se nos hace insufrible porque no vivimos en el presente, sino en una anticipación de un futuro que no existe ya que es inasible como el horizonte.
Paciencia es poder sentarte, cerrar los ojos y permanecer en calma, respirando, sencillamente. También significa tener un plan importante y aceptar cambios de última hora según las circunstancias, sin frustraciones ni lamentos ni quejas. Tener paciencia es respetar el Universo y movernos en el mismo sentido y a su ritmo.
Esta clase de paciencia de la que hablo, está directamente relacionada con la ausencia de deseos y también con la ausencia de esperanza, en el sentido de que la esperanza, en el fondo, no es más que otra palabra para decir deseo; esperanza: espero que algo ocurra. Es verdad que puedo tener deseos y esperanzas y, a la vez, ser paciente, pero si es así, si albergo deseos y esperanzas y además soy paciente, puede que mi paciencia no sea más que una especie de resignación, de frustración, de fastidio.
La paciencia limpia, fuera de esperas y de plazos, no es vigilante porque no espera que nada ocurra. Tan solo se fundamenta en la aceptación total del presente, tal como es, y es por eso que el que está en disposición de esperar toda la eternidad es como si no esperase ni un minuto, porque no espera nada.
En nuestra sociedad está muy extendido el adagio “la esperanza es lo último que se pierde”. Esto es igual que una condena, igual que decir: estarás deseando algo y esperando siempre, incluso hasta en el último instante de tu vida (morirás insatisfecho).
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