Suma, resta y decide. Después acepta tu suerte y confía en que esto, precisamente esto, es lo que te toca vivir.
No le eches la culpa a nadie. No busques alrededor una víctima propiciatoria. No mires al cielo clamando: qué he hecho yo para merecer esto? No montes un puesto de excusas: a mí me dijeron, yo pensaba, es que yo… No añores lo que podría haber sido ni te arrepientas de tu decisión (tampoco te sientas mal por añorar o arrepentirte). Hiciste lo mejor, en virtud de tus posibilidades, según tus creencias, a partir de tu forma de ser, influenciado por el momento y las circunstancias concretas…
Ahora eso pasó.
Pero mantén la atención porque vienen más curvas, más cruces de caminos, y enseguida tendrás que tomar decisiones de nuevo. Céntrate, respira, profunda y sosegadamente, no te precipites (NO TE PRECIPITES!), cierra los ojos para poder ver; no, no digas nada todavía, decide con el cerebro y también con el corazón: primero suma y resta; después, y sólo después, decide.
Otra vez fallaste? Cómo podría ser?
Recuerda que no hay fallos, sólo información, experiencias que ir incorporando para completar tu aprendizaje. Una cosa sí merece la pena tener en cuenta: procura causar el menor daño posible, a ti y a los demás. A este respecto, no importa tanto el resultado como tu intención: qué pretendías?
Y sigue adelante; si te entretienes demasiado en justificarte, en culpabilizarte, en arrepentirte, no estarás listo para lo que ya está viniendo ahora. Escucha. Escucha... Intenta hacerlo profundamente, con la intención franca de comprender lo que te están diciendo. No andes en dos cosas a la vez. Detente. Concéntrate. Si no quieres escuchar, excúsate y vete; pero si te quedas, está presente, escucha, no finjas, no dejes tu cuerpo en piloto automático mientras tu mente vuela.
A menudo no sabemos qué decidir, qué camino tomar, cuál es la elección acertada. Entonces, en ocasiones, si sabes esperar y estar atento, la respuesta viene a ti sola. Esto puede parecerse a tener fe. Tener fe es tener la suficiente paciencia (Siddharta, Hermann Hesse: “si tienes paciencia lo tienes todo”). Es verdad, hace falta ser muy fuerte para tener paciencia. La buena noticia es que esta fuerza puede conseguirse con… paciencia.
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